Durante años los Design Systems han sido presentados como el remedio a todos los males del diseño digital: coherencia, eficiencia, escalabilidad… Pero detrás del entusiasmo inicial, la realidad es otra. Muchos sistemas nacen con ambición, pero mueren en silencio. Sin ceremonia. Sin postmortem. Como si nunca hubieran existido. ¿Qué hace que un sistema de diseño realmente funcione? ¿Qué lo mantiene con vida? ¿Y por qué tantos acaban abandonados? En esta charla, Raúl Marín, Head Teacher & Director del área UX/UI Design en IMMUNE, hace un repaso de las estrategias para el diagnóstico, arquología del fracaso y revitalización de los Design Systems
Principales aprendizajes:
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Un sistema sin propósito compartido está condenado a desintegrarse. No importa cuántos componentes tenga ni lo elegante que sea la documentación. Si el sistema no responde a una necesidad real y compartida por el equipo, está destinado a convertirse en una carga más que en una solución. Los buenos sistemas alinean a las personas, responden a objetivos comunes, no solo a buenas intenciones de diseño.
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El mayor reto no es técnico, es cultural. Puedes tener el mejor stack, una arquitectura impecable y un equipo con talento… y aún así fracasar. ¿Por qué? Porque los sistemas de diseño solo prosperan en culturas que entienden el valor del diseño, que lo integran en la toma de decisiones y lo respetan como un esfuerzo transversa.
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La comunicación es el corazón del sistema: un sistema de diseño no se impone, se comunica. Requiere conversaciones constantes, espacios de alineamiento, feedback frecuente y una narrativa que lo mantenga vivo. Un sistema de diseño no vive en Figma ni en GitHub: vive en las conversaciones. Si nadie lo cuenta, lo explica, lo defiende y lo itera con los equipos, termina siendo invisible. La comunicación (estructurada, regular y con propósito) es lo que lo mantiene vivo, útil y relevante.