La curva de mejora aplica la ley de los rendimientos decrecientes al product management y se convierte en un potente framework para la priorización estratégica. Este concepto resulta especialmente útil en dos contextos: cuando gestionamos un producto obsoleto que necesita mejoras significativas, o cuanto trabajamos con uno tan optimizado que cada mejora parece exigir el triple de esfuerzo. En esta charla, José Antonio González Reboredo, Senior Product Director en Adevinta, comparte cómo enfocar las decisiones estratégicas para conseguir una mejora, y nos regala, entre aprendizajes y humor, el primer algoritmo neperiano que ha aparecido en La Product Conf.
Principales aprendizajes:
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Invertir en lo obvio puede ser más valioso que apostar por lo brillante. Cuando las soluciones están delante, no hace falta forzar una gran innovación. En productos con poco recorrido, resolver los problemas evidentes puede generar un impacto superior al de buscar la próxima “killer feature”. El valor no siempre está en lo nuevo, sino en hacer funcionar lo que ya debería funcionar.
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La calidad cuesta, y cada mejora incremental cuesta más. La curva de mejora nos recuerda que, a medida que un producto madura, los avances requieren más esfuerzo. Al principio, cada cambio pequeño puede tener un gran efecto. Pero con el tiempo, ese margen se reduce. Entender esto no solo mejora la planificación, también ayuda a tomar decisiones más inteligentes en la priorización.
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Lo que más impacto genera no siempre requiere una gran inversión: Cuando un producto parte de una baja madurez, pequeñas mejoras pueden generar grandes resultados. Esta asimetría entre esfuerzo e impacto es clave para priorizar con sentido. Saber identificar estas oportunidades puede marcar la diferencia entre estancarse o remontar, especialmente frente a competidores con más recursos.