"El PM estratégico: construyendo el mañana, generando negocio hoy" por Emma Sesmero

  • Actualizado: 23 julio 2025
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En un entorno donde el mantra del “valor al usuario” se repite como un comodín, es fácil perder de vista algo esencial: el impacto. Impacto real. En el negocio. En el revenue. En el presente. Priorizamos pensando en futuros trimestres que puede que no lleguen, seguimos desarrollando productos sin validar su dirección estratégica y a menudo respondemos a solicitudes de usuarios o stakeholders sin identificar el problema de fondo. En esta charla, Emma Sesmero, Senior Product Manager en Factorial, nos cuenta como dominar el equilibrio entre alinear la visión estratégica a alargo plazo con la necesidad de aportar valor al negocio en el tiempo inmediato.

Principales aprendizajes:

  • No hay producto sin negocio (y sin urgencia): el valor solo es impacto si también se puede capturar. El éxito de un producto no se mide solo por lo útil que resulta para los usuarios, sino por su capacidad real de generar impacto en el negocio. Demasiadas veces se confunde “aportar valor” con “tener impacto”. El verdadero impacto se traduce en euros, y esto obliga a priorizar con criterio. En un entorno de crecimiento acelerado, no vale confiar en que “ya habrá tiempo” para ejecutar la visión. Hay que actuar como si no hubiera próximo trimestre.

  • La visión estratégica debe sobrevivir al corto plazo. Tener una dirección clara es clave, pero más importante aún es diseñar el camino para alcanzarla sin morir por el camino. Cada iteración táctica debería ser un paso que te acerque a tu producto ideal, aunque sea pequeño. Eso implica dividir esa visión en entregables tangibles y priorizables, capaces de generar valor hoy sin desviar el rumbo. Un buen roadmap conecta los objetivos del presente con la estrategia del mañana.

  • Resolver el problema real es más difícil de lo que parece: los usuarios no siempre verbalizan su problema de fondo. A menudo piden funcionalidades que suenan urgentes pero no abordan el núcleo del dolor. El reto está en saber leer entre líneas, filtrar el ruido y alinear la solución con el verdadero objetivo del producto. A esto se suma el riesgo de sobrepriorizar los intereses de un cliente grande y acabar comprometiendo la experiencia global. Un buen producto resuelve el problema crítico para muchos, no lo que grita más fuerte.

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